
google earth y el código de la discordia
diciembre 20, 2021
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Las Trampas del Algoritmo
Google Earth y el Código de la Discordia
Jenaro Villamil
Juri y Cartens, dos jóvenes tecnólogos alemanes, cuentan en la serie recién estrenada por Netflix, cómo iniciaron una sociedad en los años noventa, financiada por la otrora poderosa empresa de telecomunicaciones Deutsche Telekom, para crear una innovación tecnológica que se convirtió en el germen de lo que posteriormente se conoció como Google Earth.

Ambos jóvenes fueron los creadores en 1995 de un algoritmo que permitía “volar” sobre el globo terráqueo hasta la aldea, la calle, el barrio del pueblo más recóndito del mundo. Le llamaron Terra-Visión. En ese año no existían las laptops, mucho menos los smartphones, pero Silicon Valey se había convertido ya en el semillero de los futuros emporios de la era digital. Y como buenos corsarios tecnológicos, los ingenieros informáticos de Silicon Valey estaban al pendiente de las novedades que posteriormente capitalizarían en las nacientes plataformas digitales trasnacionales.
Un reclutador informático de la recién fundada plataforma Google los contactó. Se aprovechó de la ingenuidad de Juri, ex hacker de una sociedad clandestina dedicada a denunciar el poder de las corporaciones, y se plagió no sólo la idea sino buena parte de los elementos fundamentales del algoritmo. Es decir, sustrajo los ingredientes de la “receta tecnológica” que permtió crear el sistema del famoso geolocalizador hacia finales de 2005.
Esta historia es relatada en la miniserie de 4 capítulos denominada The Billion Dólar Code, en español, El Código de la Discordia. La clave de la trama es ilustrar sobre la violación a la patente de Terra-Visión y recrear el juicio que se realizó en 2014 en una corte de Delaware.
Lo ilustrativo de la serie, más allá de los elementos melodramáticos y del claro sesgo maniqueista, es cómo demostraron los alemanes que el sistema de geolocalización y de mapas satelitales de Google había logrado generar un sistema de ganancias multimillonarias, a través del llamado “efecto red” o network effects.

Es decir, gracias a la invención de Google Earth, la plataforma logró que los usuarios pasaran más de 20 minutos diarios conectados y esto generaba no sólo más consumidores, sino más información de los propios usuarios, mayor demanda y mayor precisión que permiten una mejor segmentación publicitaria. El eje del negocio de las plataformas como Google.
Un cálculo que se documenta en el último capítulo de la serie es que entre 2005 y 2013, se sumaron 7 mil 9 millones de usuarios a Google Earth. Si les hubieran pagado a los creadores de Terra Visión 10 centavos de dólar por cada usuario que utilizara su algoritmo hubieran ganado 700 millones de dólares. Ese es el monto calculado por la violación de la patente.
Los impulsores de la demanda perdieron ante Google, pero lograron demostrar que los gigantes tecnológicos de la actualidad construyeron el actual emporio digital bajo la falacia de un “internet libre, gratuito” y de la “neutralidad de la red” cuando, en realidad, lo que han construido es un entramado de intereses oligopólicos.
Google se ha justificado señalando quizá algo peor que la violación de la patente de Terra Vision: que en 2005 ellos adquirieron el programa Earth Viewer 3D, creado por la compañía Keyhole Inc, financiada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En otras palabras, ahí donde termina el “libre mercado” comienza la sociedad de la vigilancia en red. Una de las trampas más claras del poder del algoritmo.